¿Qué haces cuando estudias con tu instrumento? Escalas, ejercicios, técnica, repertorio… Hay mucho que trabajar. Sin embargo, ¿sabías que hay otras cosas que deben formar también parte de la práctica? Te contamos algunas…
- Escuchar música: Por supuesto, esta es la mejor y más importante de las prácticas. Si no escuchas música, no sabrás interpretarla. Hay muchas variantes, de estilo, de época, formas de interpretar, versiones con distinta instrumentación… Hay muchas cosas que sólo puedes aprender escuchando música. Es bueno escuchar las piezas que vas a interpretar antes de trabajarlas, pero también escuchar otro tipo de repertorio que no sea específico de tu instrumento. Es también muy positivo conocer cada día música que no has escuchado nunca, descubrir nuevos estilos (aunque sean muy antiguos) y formar tu oído con otro tipo de sonoridades.
- Ver vídeos: La observación es una forma de aprendizaje. Ver vídeos de grandes intérpretes de tu instrumento (y de otros), puede ayudarte a solucionar problemas técnicos o interpretativos que te rompen la cabeza. Debes observar cómo solucionan los problemas que cada obra presenta, cómo consiguen “ese sonido” bonito con el que tu sueñas y diseccionar lo que hacen para imitarlo de la mejor manera posible. Además, observando a los grandes pueden poner en práctica el estudio mental: mientras observas cómo tocan, imagina que eres tú el que lo hace y trae a tu mente los movimientos que realizas para ello.
- Practicar lenguaje musical: Tanto la entonación como el ritmo son aspectos de la vida musical que nunca nos abandonan. Practicar el lenguaje musical no debe dejarse sólo para los primeros años de aprendizaje. Puedes usarlo para leer a primera vista nuevas partituras o solucionar problemas rítmicos o melódicos de partituras que ya trabajas. Siempre sin instrumento y dirigiendo con tu mano el compás, ¡tal y como lo hacías en clase!
- Entrenar el oído: Nunca está de más, para mejorar la afinación y comprender mejor la música, entrenar nuestro oído en el reconocimiento de intervalos y armonías. Para ello podemos pedir ayuda a un compañero para hacer dictados a varias voces, o usar algún programa informático o CD ideado para entrenar el oído.
- Analizar las partituras: Siempre que vayas a tocar un estudio o pieza susceptible de ser analizado, hazlo. Analízalo desde el punto de vista formal y también armónico, o al menos inténtalo. Te ahorrarás tiempo de estudio y comprenderás de un golpe toda la partitura. ¡No nos enseñan a analizar partituras en el Conservatorio para tenernos entretenidos!
- Improvisar: Esto es algo que muchos músicos temen (especialmente clásicos), y que otros ven como algo fácil y normal. Como con casi todo, hay que “lanzarse”. Antes de decir que no se te da bien, prueba y entrénate en ello. Verás que después te costará menos memorizar partituras, reconocer armonías, mejorarás tu oído y tu capacidad para tocar en grupo.